A mi hermano....

Hace 36 años llegaste al mundo llenando de ternura la vida de mis padres. Ternura a la que muy pocos le dieron esperanzas de existencia. Tú valor, tu coraje, él coraje de mi madre por salvarte alargaron tus días y dejaron en la historia una fuerte huella.
He pasado los 25 años de mi vida escuchando aventuras y travesuras tuyas, enseñanzas de tesón y madurez no propias de tu edad… escuché tantas y tantas veces que a veces creo conocerte del todo, a veces cierro mis ojos cuando él habla de ti y me parece que fue conmigo con quien compartistes tus cosas.
Quienes te conocieron dicen que yo tengo mucho de ti. Y eso me hace sentir inmensamente feliz… me gusta soñar contigo y creer que hubiésemos sido un buen equipo, me gusta pensar que –como decías- me hubieses defendido de cualquiera.
Si estuvieras hoy, aquí conmigo, me hubiese despertado y te hubiese llamado muy temprano para desearte un feliz cumpleaños. Y talvez, como en aquella vez, me hubieses dicho que no te saludara y que mejor te diera un regalo.
Si de algo sirve ñaño, mi regalo es pensarte aun cuando no te conocí, tenerte presente siempre en mi corazón y en mis oraciones. (Cuanto me gustaría que tú puedas leer esto)
Luisito, feliz día.