En estado de temblor...

Tiempla el cuerpo, tiembla la razón. Tiembla cada poro en el extenso terreno de la piel. Todo es temblor. Temblor que ahoga, que paraliza, pero que llena de emoción. Aquel temblor que deja seca la boca, que anuda el estómago, que enfría las manos, que invade las neuronas cuando lo único que quieres es vivir.


Tiemblo porque se acerca la hora. Tiemblo porque ya quiero verte. Porque quiero dejar volar a mi mente. Porque quiero volver a creer, a creer en mi.
Y es -talvez- muy rápido el paso del tiempo. Talvez no es el suficiente conocimiento. Talvez, talvez, talvez.


Solo quiero llegar y verte. Y quiero tenerte… quiero envolverme en tus cálidas palabras, aprender de mil y un imágenes. Sentir que soy yo, esta, la de adentro. La que ha querido salir desde hace tanto tiempo y que cree que por fin, en aquella ventana, ha encontrado la llave. Esta que se ha desnudado poco a poco en tus manos, sin entenderlo.


Quiero ver las montañas, pero contigo. Quiero detener el tiempo por la noche y disfrutarlo solo contigo. Escuchar el mar, mi querido mar, desde lejos contigo. Leer, escuchar, ver, entender, descifrar, conocer. Todo esto y más, pero contigo.


Y sé que el tiempo es poco. Y sé que no es eterno. Tampoco sé si quiero que sea eterno. Solo quiero… y tú sabes a que me refiero.