Me he sentido pésimo hoy... al parecer tomé un virus que me está dejando sin fuerzas para nada. La mañana fue horrible... hasta que ellos llegaron. No podía ni siquiera mantenerme mucho rato en pie, necesitaba apoyar mi cabeza en algo... en la mesa, en el sofá, en la cama, en la pared, en algún lado. Mi garganta me dolía terriblemente, no tenía ganas de hablar... pero mis pequeños pudieron más...
Ellos llegan a revolverlo todo, hasta el espíritu... me sacan fuerza de lugares que desconozco... y me sentía a morir en realidad, pero mis sobrinos simplemente son mi vida... no me importa tener que dejar de leer las noticias del día, si ellos necesitan pintar, no me importa no entender el lenguaje de la más pequeña... me basta con entender que requiere toda mi atención para contarme sus historias enredadas, no me importa si debo acostarme en el filo de la cama si el más grande quiere dormir conmigo pero no me da ni un espacio para acomodarme, no me importa tener toda esta sensación de molestias en el cuerpo si ambos quieren colocarse junto a mi y que les rasque la espalda, son únicos y me encanta ver sus demostraciones de cariño... tan dulces, tan puras, tan de ellos... sus preguntas inocentes, sus preguntas del pasado, sus caritas...
Mis sobrinos son como hijitos que no he pedido aún. Con tan poquito tamaño se hacen sentir.. vienen por horas a casa, pero cuando se van... queda un espacio tan vacío para mi mami y para mi.
Es curiosa la manera en la que me llaman: Titi... fue el mayor quién me puso así. Y así me quede para los dos... y ahora que sé que viene un tercero soy demasiado feliz...
Hace una semana atrás, dando vueltas en un centro comercial de la ciudad alguien me preguntó si quería tener hijos... Talvez si, talvez no... por lo menos no es mi sueño ahora, además tengo sobrinos. Sobrinos que les piden a los padres que los traigan a dormir conmigo, sobrinos que me viven invitando a las fiestas infantiles de sus amiguitos, que me piden que les compre cosas, que me cantan sus canciones, que me llaman si los han retado, que prefieren que sea yo la primera en ver sus logros (libretas y medallas), que toman de mi mano y me piden que los acompañe al cuarto del fondo porque les da miedo ir solos.
No me quieren más que sus padres... obviamente no, ni siquiera quiero ser más que ellos, pero cuando están cerca de mi me dan toda su atención y su cariño. Y hacen de mi lo que quieren, tan pequeños... tanta fuerza. Tan tiernos, tan delicados, tan arrebatados...